lunes, 9 de febrero de 2009

Yo me acuso

Joseba Arregi, ex portavoz y consejero de Cultura del Gobierno autonómico del País Vasco, este viernes pasado en El Periódico:

Me acuso de haber estado en contra de la pretensión del Departamento de Educación del Gobierno vasco de copiar –más o menos– el sistema de inmersión lin-
güística catalán por lesivo de los derechos de los padres a elegir la lengua oficial como lengua vehicular en la enseñanza. Y me acuso de no terminar de entender la negativa del Gobierno catalán a permitir que el español pueda ser, también, lengua vehicular en la enseñanza. Me acuso de no simpatizar con el término pueblo, y menos cuando va unido al calificativo de uno. Me acuso de preferir el término ciudadano para considerar el valor de los habitantes de un país por encima del término identidad o sentimiento de pertenencia. Me acuso de ver riesgos en el recurso a la identidad colectiva. Me acuso de no ser capaz de ver la diferencia valorativa que parece existir entre españolismo –malo–, y catalanismo o vasquismo –buenos–. Me acuso de no entender por qué el nacionalismo español es malo, y los nacionalismos catalán, vasco o gallego, buenos.

[...] Me acuso del pecado de creer que en esta sociedad laica se han sustituido las iglesias por sectas que reproducen los mismos mecanismos de ortodoxia y heterodoxia, de expulsión de la comunidad de creyentes, de alineamientos confesionales, por muy laicos que sean. Me acuso de no preguntarme todos los días si soy suficientemente progresista, o si he pasado, ¡horrible pensamiento!, a la categoría de los conservadores. Me acuso de seguir albergando sospechas ante todo poder, tenga el apellido que tenga quien lo ostente.

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