El Mirón
Vergüenza ajenaPor Luis Fernando Valero
Mientras Sergio Ramírez señalaba valientemente en el Primer Foro Centroamericano de Periodismo
El Faro-2010 que “la libertad de expresión es un instrumento para defender la utopía de la democracia", en Cuba moría Orlando Zapata, albañil, 42 años, opositor a la dictadura cubana en el grupo Alternativa Republicana, escandalosamente condenado por "desacato" y "resistencia" por los totalitarios tribunales de Cuba, condenado a tres años de prisión en abril de 2003 por defender los derechos humanos y posteriormente con penas de hasta 36 años de cárcel por la acumulación de penas por "desobediencia, desacato y protestas a favor de los derechos humanos". Reconocido como preso de conciencia por Amnistía Internacional, torturado en las cárceles de Castro, en huelga de hambre durante 83 días,
Orlando Zapata ha fallecido sin que su familia pudiera ni visitarle.Además de la tristeza que causa una muerte y más por problemas ideológicos es ver que demasiados gobiernos miran para otro lado y algunos gobernantes que tienen un gran predicamento social no tienen empacho en callarse ignominiosamente contra estos desafueros y violaciones palmarias de los Derechos Humanos.
Así mientras ocurría esa muerte, el Presidente del gobierno de España, que en estos momentos es presidente de turno de la Unión Europea y asistía en Ginebra en la sala de los Derechos Humanos de la ONU -¡de los Derechos Humanos!-, bajo la cúpula estalactítica de Barceló, pagada con dinero de los españoles, (que tienen experiencia de vivir bajo una dictadora, no hace muchos años), a un congreso contra la pena de muerte no decía ni una palabra sobre esta muerte y “poética y metafóricamente” hablaba de que los Estados tienen que respetar "hasta el último instante la vida de todos y cada uno de sus ciudadanos".
Ante tamaña ignominia y ante las reacciones que ese silencio causó, a las horas declaró el jueves pasado:
"lamentar profundamente" la muerte del disidente cubano Orlando Zapata y ha exigido al régimen castrista que "devuelva la libertad a los presos de conciencia y respete los derechos humanos".
Lamenta y no condena, situación que extraña porque ante las acciones que una y otra vez hace el gobierno castrista, antes con Fidel y ahora con Raúl, no puede creerse que una política de justificar y defender a ese régimen y tenderle la mano, es lo correcto.
También se ha visto abrazar a los Castro a Lula, presidente que nadie niega sus cualidades y su buen hacer en otra serie de cosas pero “lamentar profundamente” como ha hecho la muerte de Zapata, extraña, y que sea una vez más “lamentar” la realidad que sufren en Cuba los que no son afines al régimen y no se diga nada y se mire una vez más para otro lado. Y por otra parte seguir apoyando con inversiones millonarias sin en absoluto condicionar ,éstas, a una liberación de la opresión a los demócratas, ello es demasiada buena voluntad.
Y buena prueba de que no se exagera ha sido la represión que la policía cubana ha desatado en los alrededores del pueblo de Banes, a 830 kilómetros al este de La Habana, en la provincia de Holguín, de donde era oriundo Zapata y La Habana para que el funeral no se convierta en un homenaje a este luchador por la libertad de expresión y de la democracia.
En ocasiones se dan durísimas declaraciones contra los que atentan contra la democracia, como en el caso de Honduras, pero luego se es muy laxo, y no se dice absolutamente nada contra los que la violan sistemáticamente, mantienen presos de conciencia, desacreditan a los electos impidiendo sus labor, se violan los principios democráticos, se impide la libertad de prensa, se confiscan y se prohíben medios de comunicación social, se corta Internet, en otros países de Iberoamérica etc.
Estas dos varas de medir causan vergüenza ajena y es obvio que esto clama al cielo cuando además por ello mueren defensores de la democracia.