martes, 5 de enero de 2010

Un día de Reyes no puede faltar una carta a sus majestades


Imagino que este año la crisis ha añadido muchas dificultades a vuestra ya de por sí complicada labor, de modo que no os pediré que me traigáis nada, sino que dejéis de traerme cuanto sigue.
Querría que en este 2010 nos ahorrarais la enésima discusión semántica sobre los términos "nacionalidad" y "nación" a propósito de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto. Recordaréis cómo se introdujo ese distingo en 1978: se la sacaron de la manga un puñado de legisladores listos para superar enfrentamientos, a sabiendas de que convertían un adjetivo en sustantivo. Si eso ha constituido uno de los principales escollos para retrasar tres años la sentencia, aviados vamos.
Igualmente, os quedaría muy agradecido si os olvidarais de la división territorial de Cataluña en veguerías. No es un tema nuevo: hace algún tiempo, al anterior presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, también le dio por hablar de ellas día sí y día también, sin que nadie le entendiera. La cuestión quedó aparcada como una "maragallada" más, pero la semilla ha rebrotado cuando Maragall ya no está en política.
Por lo que respecta a mi ciudad, Barcelona, sólo os pido una cosa: que no nos traigáis nuevas dudas sobre si el tranvía debe pasar o no por la Diagonal. Todo el proceso participativo que el alcalde ha promovido como bandera de mandato vino motivado por esa idea que ahora parece estar en la cuerda floja.
Finalmente, si queréis traernos la independencia para Cataluña, adelante, imagino que habéis recibido muchas solicitudes al respecto y no seré yo quien os meta en un compromiso solicitando lo contrario. Pero sí os imploro que no nos pongáis a Joan Laporta en la presidencia del nuevo Estado. El año pasado fuisteis ya muy generosos con él concediéndole las seis copas para el Barça. Pensad que muchos otros niños necesitan de vuestra generosidad más que él.
Y si no se os ocurre nada que dejarme esta noche, ya sabéis: carbón. Aunque ahora que lo pienso, no sé si vuestra acreditada sensibilidad ecologista aún os permite traficar con tan denostado combustible fósil.

Fuente: El País 05/01/2010 edición impresa