domingo, 9 de mayo de 2010

Clegg y el voto realmente útil


Del Blog de Carlos Martínez Gorrarián:

Posted: 07 May 2010 09:00 PM PDT

El resultado de las elecciones británicas es realmente estimulante para nosotros. El partido liberal-demócrata ya advirtió que sólo ofrecería su apoyo para formar gobierno al candidato que se comprometiera a cambiar la ley electoral británica, cuya monstruosa falta de equidad ponen de manifiesto la traducción de los votos en escaños conocidos ayer. En efecto, con el 36,1% de los votos los conservadores consiguen 306 escaños (a 20 de la mayoría absoluta), los laboristas 258 con un 29% de votos, y los liberal-demócratas 57 con el 23%. La explicación de semejante desajuste en la democracia viva más vieja (en sentido amplio) del mundo es que el sistema se pensó para favorecer un sistema bipartidista. Pero esa es precisamente la cuestión: que los resultados demuestran que Gran Bretaña ha dejado de ser bipartidista, y que el sistema electoral está violentando muy negativamente la calidad del sistema representativo, que es algo fundamental para cualquier democracia que se precie, tanto como la igualdad jurídica y la separación de poderes. De ahí que el discurso del partido de Clegg fuera impecablemente democrático y regenerador al señalar como su prioridad política el cambio de ese sistema electoral por otro más respetuoso con el principio de proporcionalidad.

Cosas de las votaciones populares, resulta que esta vez los liberal-demócratas han retrocedido en escaños (tenían 62), pero ganan en influencia parlamentaria al convertirse en decisivos para formar una mayoría de gobierno, ya que ninguno de los dinosaurios tradicionales ha conseguido mayoría suficiente, ni solos ni pactando con las minorías nacionalistas de Escocia, Gales o el Ulster. Naturalmente, Clegg se ha apresurado a ratificar que sólo apoyará al partido que se comprometa a cambiar esta legislatura la ley electoral, de modo que la caricaturesca ficción bipartidista en blanco y negro deje paso a una representación más fiel a la verdadera policromía del electorado británico. Y seguro que lo consigue, porque de otro modo el gobierno en minoría que inevitablemente se deberá formar, conservador o laborista, estará sometido al suplicio de Tántalo de verse derrotado en todas las votaciones fundamentales, supuesto que laboristas y conservadores no se pondrán de acuerdo para salvar el bipartidismo como un bien superior a cualquier otro. Pero eso parece poco probable en la isla.

En resumidas cuentas, ha quedado demostrado que votar a Clegg era el verdadero voto útil, pese a la hostilidad del sistema, para todos aquellos que desean mejorar la democracia británica. ¿Y en España? Pues aquí acabará ocurriendo lo mismo el año 2012: quienes estén convencidos de que el principal problema político de este país es el sistema alternante PSOE-PP+socio nacionalista, se verá abocado a resignarse a ese desastre o votar UPyD. Por mucho que le digan que no será un voto útil porque en la mayoría de las circunscripciones, las provincias, el precio en votos de un escaño es prohibitivo para un partido pequeño y nuevo como el nuestro. Pero echemos cuentas: bastaría con conseguir escaños en las provincias donde es posible por su demografía, aquellas que tienen más de ocho diputados, para reunir un grupo parlamentario de doce o más diputados que repita en la Carrera de San Jerónimo lo que Clegg dirá en Westminster: ¿quieres nuestro apoyo para formar gobierno? Muy bien, firma aquí con luz y taquígrafos que lo primero que vamos a cambiar es esta Ley Electoral para hacerla más equitativa, proporcional y por tanto más representativa (hecho esto, abriremos el debate de la reforma constitucional en un parlamento nacional mucho más representativo). Es normal que populares y socialistas -tan dinosaurios como sus correspondientes británicos pese a que éstos son mucho más venerables en edad e historia- se alarmen y se apresuren a poner el grito en el cielo. Como Montoro, que ha aprovechado para decir que el bipartidismo le va estupendamente a España y no tiene sentido cuestionarlo (lo que ya es una aceptación implícita de que es el resultado de un sistema electoral, no de la expresión de la voluntad popular). Claro, como lo demuestra la situación de las cuentas públicas, la economía, la educación, la justicia y tantas otras cosas instauradas por este sistema viciado: para echar a correr.