Hay noticias que pasan desapercibidas, por qué rápidamente, los que programan la propaganda en los grandes partidos (y los pequeños) procuran ocultarla entre un montón de preocupaciones nuevas que nos ofrecen gratuitamente y que sirven a sus intereses de desprestigiar a los rivales. Crear preocupaciones es una actividad bien remunerada en estos tiempos, sobretodo en la política, pero también en la economía.
Cuando los humanos tenemos muchas preocupaciones al mismo tiempo, entramos en una situación de pensamiento confuso, en la que nos resulta difícil tomar decisiones, nos quedamos paralizados, y el miedo nos invade. Tratamos de lograr más información sobre lo que zahiere nuestra tranquilidad, pero con las intoxicaciones organizadas, cuanto más conocemos, menos sabemos.
Cuando los humanos tenemos muchas preocupaciones al mismo tiempo, entramos en una situación de pensamiento confuso, en la que nos resulta difícil tomar decisiones, nos quedamos paralizados, y el miedo nos invade. Tratamos de lograr más información sobre lo que zahiere nuestra tranquilidad, pero con las intoxicaciones organizadas, cuanto más conocemos, menos sabemos.
La información se está convirtiendo en un arma agresiva, con la que los partidos políticos fustigan al personal, mientras siguen construyendo sus respectivas pirámides, en las que enterrarán con seguridad su historia, antes de sucumbir definitivamente.
En este juego de “enmierdar el asunto”, la crisis del Grupo Prisa (Ser, El País, Cuatro), compite con otras alternativas informativas, como La COPE, El Mundo, ABC, La Razón, Onda Cero, Antena 3, y medios de internet como Libertad Digital y Periodista Digital. Ningún medio de comunicación español se salva de la desmesura en estos tiempos.
Soy de los que piensa que hay que regresar al ser humano como sea y cuanto antes. Los materialismos, tanto el capitalista como el socialista, nos han conducido directamente al infierno. La organización del bienestar mantenido ha fallado, también por la desmesura, la codicia y la ausencia de profesionalidad en los políticos.
Por eso cuando ves a un comunista y socialista de 78 años irse del PSOE, después de haber dedicado su vida a los partidos de izquierda, habiendo ocupado todos los cargos posibles en el entramado representativo, diciendo que se va por qué hoy no hay democracia interna en el PSOE, invita a realizar una profunda reflexión. En el PP, ocurre otro tanto de lo mismo, y aunque no se ha comentado, con la marcha de María San Gil y Ortega Lara, me consta que han sido varios los exdiputados y exsenadores, que de una forma discreta y desapercibida, se han dado de baja del partido después de décadas de afiliación.
Hoy el PP y el PSOE se han convertido en auténticas empresas electorales, poco tienen que ver con la política, y los aparatos de los partidos controlan la situación con zarpa de hierro en el más puro estilo estalinista (los partidos nuevos, como Ciutadans y UPyD hacen exactamente lo mismo). El acto político de elegir a los representantes públicos se ha convertido en el acto mercantil de consumir un producto que resulte menos nocivo que sus alternativas.
Hasta los políticos auténticos que se han dedicado toda su vida a la cosa pública, nos están advirtiendo de lo que está ocurriendo con su marcha de la política. Aunque sea de una forma discreta, que pasa desapercibida ante el marasmo informativo, hay gestos honestos en los viejos políticos, que separan su nombre de las formaciones políticas que han contribuido a levantar, para desentenderse de todo lo que pueda ocurrir. Nos envían un mensaje muy claro: eso ya no es mi partido político, es otra cosa.
Se bajan del barco antes de que se hunda definitivamente, tras estrellarse contra los ciudadanos y el sentido común. No van a participar en el engaño que quieren hacer los políticos a los ciudadanos, ese es su mensaje. Otros se quedan, porque sus intereses no son la defensa de la democracia y de la libertad, sino del poder y el negocio. Ellos, los que se van, saben que la política es algo más que un espectáculo.
En este juego de “enmierdar el asunto”, la crisis del Grupo Prisa (Ser, El País, Cuatro), compite con otras alternativas informativas, como La COPE, El Mundo, ABC, La Razón, Onda Cero, Antena 3, y medios de internet como Libertad Digital y Periodista Digital. Ningún medio de comunicación español se salva de la desmesura en estos tiempos.
Soy de los que piensa que hay que regresar al ser humano como sea y cuanto antes. Los materialismos, tanto el capitalista como el socialista, nos han conducido directamente al infierno. La organización del bienestar mantenido ha fallado, también por la desmesura, la codicia y la ausencia de profesionalidad en los políticos.
Por eso cuando ves a un comunista y socialista de 78 años irse del PSOE, después de haber dedicado su vida a los partidos de izquierda, habiendo ocupado todos los cargos posibles en el entramado representativo, diciendo que se va por qué hoy no hay democracia interna en el PSOE, invita a realizar una profunda reflexión. En el PP, ocurre otro tanto de lo mismo, y aunque no se ha comentado, con la marcha de María San Gil y Ortega Lara, me consta que han sido varios los exdiputados y exsenadores, que de una forma discreta y desapercibida, se han dado de baja del partido después de décadas de afiliación.
Hoy el PP y el PSOE se han convertido en auténticas empresas electorales, poco tienen que ver con la política, y los aparatos de los partidos controlan la situación con zarpa de hierro en el más puro estilo estalinista (los partidos nuevos, como Ciutadans y UPyD hacen exactamente lo mismo). El acto político de elegir a los representantes públicos se ha convertido en el acto mercantil de consumir un producto que resulte menos nocivo que sus alternativas.
Hasta los políticos auténticos que se han dedicado toda su vida a la cosa pública, nos están advirtiendo de lo que está ocurriendo con su marcha de la política. Aunque sea de una forma discreta, que pasa desapercibida ante el marasmo informativo, hay gestos honestos en los viejos políticos, que separan su nombre de las formaciones políticas que han contribuido a levantar, para desentenderse de todo lo que pueda ocurrir. Nos envían un mensaje muy claro: eso ya no es mi partido político, es otra cosa.
Se bajan del barco antes de que se hunda definitivamente, tras estrellarse contra los ciudadanos y el sentido común. No van a participar en el engaño que quieren hacer los políticos a los ciudadanos, ese es su mensaje. Otros se quedan, porque sus intereses no son la defensa de la democracia y de la libertad, sino del poder y el negocio. Ellos, los que se van, saben que la política es algo más que un espectáculo.
Erasmo de Salinas
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