Registrar una versión de una obra musical que pertenece al folclore está permitido por la Ley de Propiedad Intelectual. Pero inscribirse como autor de una obra de origen anónimo es otra cosa. Y es esto lo que está sucediendo en laSGAE, donde aparecen piezas anónimas registradas, no como versión o adaptación, sino en calidad de autor original, por personas del siglo XX. Toma ya.
Pero más todavía, ese mismo registro cataloga esas obras como “dominio público” por lo que una misma pieza es, según la institución, de libre uso y protegida a la vez. Toma ya, otra vez.
Pero claro en la SGAE como son muy listos dicen
la información contenida en la base de datos ha sido proporcionada a SGAE desde una variedad de fuentes, y SGAE no establece garantías o manifestaciones de ninguna clase con respecto a su exactitud. Nuestra base de datos muestra los nombres de los intérpretes de la obras musicales a título orientativo
Y rematan la faena añadiendo
SGAE específicamente deniega toda y cualquier responsabilidad por alguna pérdida o daño en el que pueda incurrirse, directa o indirectamente, como resultado del uso de la información en esta base de datos, o por cualquier omisión u error contenido en esta base de datos
En el famoso registro aparecen poemas anónimos de los siglos XII a XV que fueron musicados por la tradición judía, mozárabe y sefardí hasta que los gitanos le dieron forma definitiva en el ocaso del siglo XVIII en sus llamadoscorridos. El Romance del Conde Niño, por ejemplo, tiene tres tipos de registro: “Dominio Público”, “Dominio Popular” y autores concretos como Bonifacio Gil, un folclorista madrileño que falleció en 1964. El Romance de Bernardo el Carpio está registrado, con el título Cuatrocientos sois los míos, por el guitarrista ceutí Antonio López Arenas, que también se inscribió como autor de un cante flamenco concreto etiquetado por los expertos como Cabal de Silverio Franconetti, que fue un cantaor que vivió entre 1831 y 1889. López Arenas se atribuye las dos versiones más conocidas de esa melodía,Moritos a caballo y Ábrase la tierra.
La SGAE cobra por ello porque es legal hacerlo y porque su objetivo es precisamente ése, pero no realiza ningún control sobre la verdadera autoría de lo que protege. Es decir tan legalistas para unas cosas tan chapuceros para otras.
En fin que en la SGAE hace mucho que se volvieron locos y alguien debería poner orden y cordura en todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario