Me aseguran que dentro de los sindicatos existe un profundo malestar ante las ineficaces medidas del gobierno y ante el desinterés de "ZapatERE" por defender el empleo. "Parece como si quisiera que todos estuviésemos en el paro para que el gobierno nos mantenga a todos subvencionados", comentaba hace pocos días un destacado sindicalista sevillano en mi presencia.
Ese mismo sindicalista criticaba con dureza extrema la política anticrisis del gobierno y decía que "Zapatero solo cree en el gobierno y desconfía de los empresarios, de la iniciativa privada y de la libre empresa", lo que puede traducirse en "una catástrofe para España" porque "está demostrado que el Estado no sabe crear riqueza, sino únicamente despilfarrarla y repartirla, según sus intereses".
"A los sindicatos los soporta porque nos tiene agarrados por las pelotas". Y concluyó: "Hay que echar a Zapatero pronto, si queremos salvar a España".
Cuando le recriminé su cobardía y la de los demás dirigentes sindicales españoles por no decir esas cosas en público y porque "estáis sometidos al poder político, a cambio de dinero y privilegios", me respondió:
"Nadie es perfecto. Nosotros, por lo menos, vamos a hacer una huelga general, pero ¿hacéis algo los intelectuales y los ciudadanos? ¿Quién es más cobarde?".
Sus palabras me dejaron cavilando y abrumado.
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