La reunión de Zapatero con los principales banqueros de España, celebrada ayer en la Moncloa, tenía como único objetivo culpar ante la opinión pública a la banca como la principal responsable de la crisis que tiene a España de rodillas y perdiendo su riqueza a chorros. Zapatero quiere que la banca sea vista por los ciudadanos como la culpable de que el dinero no llega a las empresas ni a las familias. Pero Zapatero oculta que su gobierno se niega a aliviar a esas empresas bajandole los impuestos y quiere ocultar también que la banca que él ahora acusa es la misma que hace algunas semanas presentaba ante la comunidad mundial como la mejor del mundo.
Los banqueros, ante la maniobra de manipulación de la Moncloa, reaccionaron con dignidad y acusaron al ejecutivo de ser el principal culpable del terrible problema de la economía española por no haber hecho nada por evitar la catástrofe, a pesar de que ese era su deber como gobierno, y de seguir sin reaccionar en el presente ante el drama que tiene ya a España de rodillas, destruyendo nada menos que 8.000 puestos de trabajo cada día, mucho más que cualquier otro país de Occidente.
Zapatero, señor de lo oscuro, rey de lo confuso y maestro de lo turbio, se niega a asumir su responsabilidad, cuando la tiene casi toda. Su primer error fue negar la existencia de la crisis para ganar las elecciones de 2008, desaprovechando un tiempo precioso para tomar medidas oportunas que paliaran el drama. Su segundo gran error fue culpar a todo el mundo del problema, desde Estados Unidos al capitalismo, a los mercados y a los banqueros, sin asumir él culpa alguna. Se tercera equivocación fue negarse tercamente a aplicar las recetas que todos los expertos mundiales le aconsejaban, consistentes en bajar los impuestos para dinamizar el mercado laboral y la economía. Su cuarto error, quizás el mayor, ha sido gastar como un maniroto cuando la situación demandaba claramente ahorro y austeridad, repartiendo dinero por el mundo a paises e instituciones tan corruptas como Palestina, Cuba y la ONU, entregando enormes sumas a los gobiernos autonómicos y a los ayuntamientos, endeudando a las próximas tres generaciones de españoles y engordando todavía más al ya obeso Estado español, al que ha "hinchado" con más de 120.000 nuevos puestos públicos y superando la cifra histórica de tres millones de funcionarios, todo un record de despilfarro irresponsable porque, según los expertos, España tiene más del doble de los funcionarios que necesita.
Los desatinos de Zapatero están postrando a España y precipitándola en la rruina, pero el arrogante sonriente se niega a reconocer culpa alguna. A los más de tres millones de funcionarios "visibles" hay que agregar casi trescientos mil camuflados o invisibles, integrados por familiares, amiguetes, enchufados, beneficiados del partido, asesores y parásitos de distinto pelaje, todos ellos cobrando del erario público, muchos de ellos sin ni siquiera trabajar, como los casos detectados en diputaciones provinciales como las de Cádiz y Almería. Casi siempre, el sistema de contrataciones es cuidadosamente envuelto en la opacidad para que los contratados no aparezcan en las estadísticas y escapen a los tribuanles de cuentas.
La culpabilidad de Zapatero, si se analiza con imparcialidad y criterios democráticos, es horrenda y comprende una batería casi interminable de errores y equivocaciones, muchas de ellas de notoria gravedad para la salud de España. Uno de los errorres mas sangrantes es que en lugar de bajar los impuestos a las empresas que crean empleo y riqueza, como han hecho la mayoría de los paises del entorno occidental, ha subido los impuestos de manera oscura y callada, ordenando, además, subidas de tasas y recaudación masiva a través de inspecciones, multas y sanciones de todo tipo, incluyendo el tráfico, convirtiendo las carreteras de España en un deprimente territorio de caza donde los guardias acechan a los conductores para recuadar con las multas.
Pero, auque no es el peor "pecado" ni el más trascendente, el más descarado y descorazonador de sus errores es el del despilfarro arrogante de los políticos que, bajo el mandato de Zapatero, están proporcionando a los ciudadanos españoles el más irritante y antidemocrático ejemplo de liderazgo al subirse los sueldos, al adquirir coches de lujo, como el del cacique gallego Touriño, de casi medio millón de euros, uno de los vehículos más caros del mundo, sin mencionar la adquisición de mesas, sillas y mobiliario diverso para despachos de cargos públicos cuyos precios sorprenden y escandalizan a unos ciudadanos que se encuentran aterrorizados ante la crisis y sus secuelas, especialmente la inseguridad, el deterioro de la convivencia y la austeridad forzada, mientras que muchos ya han perdido sus empleos y se dan de bruces con la pobreza y la indigencia.
Los banqueros, ante la maniobra de manipulación de la Moncloa, reaccionaron con dignidad y acusaron al ejecutivo de ser el principal culpable del terrible problema de la economía española por no haber hecho nada por evitar la catástrofe, a pesar de que ese era su deber como gobierno, y de seguir sin reaccionar en el presente ante el drama que tiene ya a España de rodillas, destruyendo nada menos que 8.000 puestos de trabajo cada día, mucho más que cualquier otro país de Occidente.
Zapatero, señor de lo oscuro, rey de lo confuso y maestro de lo turbio, se niega a asumir su responsabilidad, cuando la tiene casi toda. Su primer error fue negar la existencia de la crisis para ganar las elecciones de 2008, desaprovechando un tiempo precioso para tomar medidas oportunas que paliaran el drama. Su segundo gran error fue culpar a todo el mundo del problema, desde Estados Unidos al capitalismo, a los mercados y a los banqueros, sin asumir él culpa alguna. Se tercera equivocación fue negarse tercamente a aplicar las recetas que todos los expertos mundiales le aconsejaban, consistentes en bajar los impuestos para dinamizar el mercado laboral y la economía. Su cuarto error, quizás el mayor, ha sido gastar como un maniroto cuando la situación demandaba claramente ahorro y austeridad, repartiendo dinero por el mundo a paises e instituciones tan corruptas como Palestina, Cuba y la ONU, entregando enormes sumas a los gobiernos autonómicos y a los ayuntamientos, endeudando a las próximas tres generaciones de españoles y engordando todavía más al ya obeso Estado español, al que ha "hinchado" con más de 120.000 nuevos puestos públicos y superando la cifra histórica de tres millones de funcionarios, todo un record de despilfarro irresponsable porque, según los expertos, España tiene más del doble de los funcionarios que necesita.
Los desatinos de Zapatero están postrando a España y precipitándola en la rruina, pero el arrogante sonriente se niega a reconocer culpa alguna. A los más de tres millones de funcionarios "visibles" hay que agregar casi trescientos mil camuflados o invisibles, integrados por familiares, amiguetes, enchufados, beneficiados del partido, asesores y parásitos de distinto pelaje, todos ellos cobrando del erario público, muchos de ellos sin ni siquiera trabajar, como los casos detectados en diputaciones provinciales como las de Cádiz y Almería. Casi siempre, el sistema de contrataciones es cuidadosamente envuelto en la opacidad para que los contratados no aparezcan en las estadísticas y escapen a los tribuanles de cuentas.
La culpabilidad de Zapatero, si se analiza con imparcialidad y criterios democráticos, es horrenda y comprende una batería casi interminable de errores y equivocaciones, muchas de ellas de notoria gravedad para la salud de España. Uno de los errorres mas sangrantes es que en lugar de bajar los impuestos a las empresas que crean empleo y riqueza, como han hecho la mayoría de los paises del entorno occidental, ha subido los impuestos de manera oscura y callada, ordenando, además, subidas de tasas y recaudación masiva a través de inspecciones, multas y sanciones de todo tipo, incluyendo el tráfico, convirtiendo las carreteras de España en un deprimente territorio de caza donde los guardias acechan a los conductores para recuadar con las multas.
Pero, auque no es el peor "pecado" ni el más trascendente, el más descarado y descorazonador de sus errores es el del despilfarro arrogante de los políticos que, bajo el mandato de Zapatero, están proporcionando a los ciudadanos españoles el más irritante y antidemocrático ejemplo de liderazgo al subirse los sueldos, al adquirir coches de lujo, como el del cacique gallego Touriño, de casi medio millón de euros, uno de los vehículos más caros del mundo, sin mencionar la adquisición de mesas, sillas y mobiliario diverso para despachos de cargos públicos cuyos precios sorprenden y escandalizan a unos ciudadanos que se encuentran aterrorizados ante la crisis y sus secuelas, especialmente la inseguridad, el deterioro de la convivencia y la austeridad forzada, mientras que muchos ya han perdido sus empleos y se dan de bruces con la pobreza y la indigencia.
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