Los mandamases de los partidos políticos nacionales están desconcertados. Los jefes y los voceros del Partido Socialista y del Partido Popular andan desde hace unas semanas compitiendo entre ellos para ver quien consigue incidir más en sus lectores y potenciales electores para explicarles lo tremendamente de derechas o de izquierdas que somos -- o, particularmente-- lo es Rosa Díez. Esta fiebre descriptiva de nuestra ideología coincide en el tiempo con las encuestas de opinión y de valoración de liderazgos: cuando más expectativa de crecimiento tiene Unión Progreso y Democracia, cuando mejor valoración recibe su portavoz, más arrecian los "artículos" descriptivos de "lo que somos". Por supuesto, nadie habla de lo que hacemos o de lo que defendemos, porque para eso haría falta pensar y argumentar; y esa cualidad y capacidad no están siempre al alcance de los que dirigen los partidos señalados o los que se prestan desde los medios de comunicación a hacerles la propaganda de sus consignas.
Es verdad que el Partido Socialista hace esta labor de zapa contra nosotros con más inteligencia mediática que el Partido Popular; no en vano hace ya mucho tiempo que en el PSOE se ha sustituido la política por la demoscopia. Por eso no es de extrañar que el partido que gobierna (es un decir) gestionen la propaganda mejor que el PP, pues estos últimos todavía no han descubierto qué quieren ser de mayores y se pasan los días pares y/o impares discutiendo si vienen o van. Anticipo que esta apreciación nada tiene que ver con el hecho de que Mariano Rajoy sea gallego; se dice que cuando uno ve un gallego nunca sabe si sube o baja; pero el gallego sí que lo sabe. Creo que no hacen falta más explicaciones.
Les decía que a izquierda y derecha (es un decir) arrecian los "artículos" explicando por qué no hay que votarnos. Los más cercanos al poder instituido ( o sea, al PSOE) cumplen bastante bien la consigna de la "patronal" que es la de de ignorarnos: sencillamente no existimos. Así nadie de sus lectores o escuchantes podrá plantearse siquiera la posibilidad de darnos su confianza. Pero de vez en cuando se les escapa algún espontáneo como Cercas en El País o el nunca suficientemente bien ponderado director de El Plural que se sienten obligados a insistir en que somos un partido a la derecha de la derecha española y que por tanto nadie que se considere de izquierdas deberá de cometer el pecado de votarnos. Patxi López también ha ayudado en esa dirección al afirmar que "Rosa Díez es una persona de derechas a la que nadie de izquierdas deberá votar" y con la que "no coincido en nada". También alguno de los diputados nacionales del PSOE (de la Rocha, entre otros) ha insistido en esa misma teoría cuando hemos defendido en las Cortes la devolución al Estado de la competencia de Educación; o cuando hemos votado en contra de la admisión a trámite del Proyecto de Estatuto de Autonomía de Castilla la Mancha; o cuando -- es la pera-- hemos propuesto a través de una Moción que el Gobierno actúe con la Ley en la mano y expulse a ETA de los cuarenta y dos ayuntamientos vascos y navarros en los que gobierna.
En el PP, como son más acomplejados, la lluvia de "reportajes" sobre nuestro partido y sobre mí misma no cesa. En algunos digitales como "El Confidencial" incluso han hecho una serie de dos capítulos para tener más espacio y "descomponer" a Rosa Díez y a UPyD. Época nos dedica una portada y un reportaje para descubrir cuan de izquierdas (y cuan nacionalista) soy: estuve en un gobierno de coalición (gran aportación del periodismo de investigación); tenía una ikurriña en mi despacho (pena que no se fijaran en la bandera española que siempre estuvo en mi mesa); en los viajes de promoción de las empresas vascas me acompañaban empresarios del PNV (mecachis..., por qué no harían en tiempos de Aznar una ley para prohibir a los ciudadanos del PNV dirigir empresas o trabajar en ellas...!!); o haber hecho una campaña de turismo bajo el lema "Ven y cuéntalo" (otra gran aportación del periodismo de investigación: no se había enterado nadie hasta que lo han publicado ellos.) Por cierto, en eso de criticarme por haber sido miembro de un gobierno de coalición coinciden los que me califican de derechas con los que me califican de izquierdas. Los extremos, como siempre, se tocan. Claro que los medios al servicio del PP están casi obligados a hacer estas cosas de propaganda, dado que los dirigentes de ese partido me dedican (nos dedican) un valioso tiempo cada vez que comparecen ante los medios de comunicación. Desde González Pons que nos "acusa" de copiar sus iniciativas (anda, o sea que vamos a ser de derechas....) hasta Soraya Sáez de Santamaría que explica que estamos en total desacuerdo en "el aborto y la Monarquía". Y, como llevaba preparada esa intervención, saca un papel y lee, entrecomillada, una declaración mía en la que reflexiono sobre hasta qué punto la Monarquía debiera de ser consciente de que el cuestionamiento del orden constitucional y de sus símbolos que practica/permite el PSOE terminará afectándola. Y dice la Portavoz :"En consecuencia, votó en contra de la partida presupuestaria para la Casa Real". ¡Toma castaña" En consecuencia ...se fue a comprar un par de zapatos... No tienen remedio. Claro que luego viene Rajoy y dice en la COPE que no coincide conmigo en nada. Vamos, como Patxi López. Lo dicho: se tocan.
Para cerrar el círculo entró en el debate el diario pro-etarra GARA. El citado periódico dió cuenta de la inauguración de nuestra sede en Álava explicando por qué ni los ciudadanos de derechas, ni los de izquierdas, ni los nacionalistas debían darnos su confianza. O sea, que no debe votarnos nadie. Insisto: se tocan. Coinciden todos (los prisa, los confidencial, los gara, los plural...): no saben qué hacer contranosotros. Les desconcertamos porque somos un partido autónomo, un partido de estado, un partido sin miedo a romper tabúes; nos temen porque somos un peligro para el poder establecido en el que se sienten tan a gusto. Pues sí, lo somos. Y lo vamos a seguir siendo.
La verdad, queridos amigos, es que nos están haciendo un inmenso favor. Enzarzados los dos grandes partidos y sus voceros en marcar distancias de nosotros, un partido con poco más de un año de vida y una sola diputada en las Cortes Generales... Si alguien nos lo hubiera vaticinado no nos lo hubiéramos podido creer. No se puede ser más torpe y/o más sectario. Ambos dos compiten en sectarismo, aunque quien mejor lo administra es el PSOE: en ese partido nos temen lo mismo que en el PP; pero nos tienen más manía. Por eso su estrategia es de exclusión, aunque de vez en cuando se les hinche la vena o les puedan las tripas y no puedan evitar darnos una dentellada. Y lo único que se les ocurre decir para el desahogo es que somos de derechas. Debe de ser que llevan demasiado tiempo sin tener que encontrar argumentos para ganar a la oposición. Y es que, dicho sea de paso, es difícil encontrar un tiempo en que hayan coincidido en España un gobierno y una oposición de este nivel...
Si al PSOE le parece que denunciar que el cálculo del Cupo Vasco o de la Aportación Navarra está mal hecho, genera desigualdad, representa un privilegio que no se puede sostener y sirve para financiar el chiringuito nacionalista es ser de derechas, pues seremos de derechas. Y si al PP le parece que eso es ser de izquierdas, pues seremos de izquierdas.
Si al PSOE le parece que exigir que se cambie la ley electoral para que el voto de los ciudadanos valga lo mismo l margen de la parte de España en la que viva es de derechas, pues estaremos encantados de ser de derechas. Y si al PP le parece que eso es ser de izquierdas, pues encantados también con ser de izquierdas.
Si al PSOE le parece que impugnar sus pactos sobre la Justicia ( o sea, el reparto de la tarta en el Consejo General del Poder Judicial) y exigir que se cambie la Ley para que no puedan someter a la Justicia al poder partidario es ser de derechas, pues seremos de derechas. Y si al PP le parece que modificar la Constitución para que ni el Fiscal General del Estado ni el Tribunal Constitucional estén tutelados por quien gobierne en España es ser de izquierdas, pues seremos de izquierdas.
Si al PSOE le parece que defender la unidad de la nación española como único instrumento capaz de garantizar la igualdad de los españoles ante la ley es ser de derechas, pues somos de derechas. Si al PSOE le parece que exigir el respeto a los símbolos constitucionales y el derecho de todo ciudadano a reclamar que se cumpla la ley al respecto es ser de derechas, pues encantados de ser de derechas.
Si al PP le parece que estar en contra de la directiva europea que permite la expulsión de inmigrantes y de menores y la implantación de guetos para inmigrantes en territorio europeo es ser de izquierdas, pues somos de izquierdas. Si al PSOE le parece que esa directiva es de izquierdas (ellos la han apoyado) pues seremos de derechas.
Si que el Estado recupere la competencia de Educación es ser de derechas, pues somos claramente de derechas. Si, por contra, a otros les parece que eso es ser de izquierdas, pues somos de izquierdas.
Si revisar sin ningún tipo de complejo la actual distribución de competencias es ser de derechas, pues seremos de derechas. Si afirmar que la máxima autonomía no siempre conlleva el mayor bienestar para los ciudadanos y en modo alguno garantiza lo óptimo desde la perspectiva de la cohesión y de la igualdad es ser de derechas, pues seremos de derechas. O de izquierdas, que lo califiquen como quieran.
Si defender la laicidad del Estado --y, por tanto, la radical separación de poderes entre el Estado y la Iglesia-- es de izquierdas, pues somos de izquierdas. Si a los del PSOE les parece somos de derechas porque tachamos de hipócritas a quienes hacen discursos contra la jerarquía eclesiástica católica y no dicen nunca nada contra los líderes religiosos que defienden la lapidación de mujeres o el asesinato de homosexuales, pues, a mucha honra, seremos de derechas.
Aviso a diestro y siniestro: todo esto nos la refanfinfla. Y no nos merecen ningún respeto quienes para ocultar su mediocridad y su falta de respeto a la sociedad plural y democrática han rebajado la política hasta estos niveles. Nuestra única ambición es que los ciudadanos sepan lo que queremos hacer y por qué lo queremos hacer. Que conozcan nuestras propuestas y nuestros argumentos. Y que se sientan identificados con ellas hasta el extremos de darnos su confianza para que podamos llevarlas a cabo. Y en eso vamos a seguir trabajando. Porque creemos en la política y en la necesidad de hacer política de otra manera. Porque hablamos a ciudadanos con libre albedrío, dueños de su pensamiento y de su voto. Porque creemos en una ciudadanía independiente, crítica, libre para elegir. Porque no nos interesa nada la política de panfleto o de consigna que se ha impuesto en España para que se puedan mantener en el poder alternativamente los dos partidos políticos cuyo modelo ya ha fracasado. Porque no nos da miedo defender en todos los lugares de España las cosas en las que creemos; porque tenemos un sentido institucional de la política; porque tenemos ambición de país.
Dejemos a los sectarios y a los acomplejados que sigan en sus cosas; que sigan con esa estrategia mediocre y papanata que parte de la base de que los ciudadanos no piensan ni tienen criterio. Dejémosles que sigan adjetivándonos en vez de rebatir nuestros argumentos. Y sigamos adelante. Sigamos hablando con la gente, escuchando sus problemas y sus sugerencias, debatiendo sobre sus propuestas. Sigamos nuestra tarea de acercar la política a la ciudadanía; empeñémonos en buscar complicidades, en regenerar la democracia.
Quiero deciros que estoy muy contenta. Todo lo que está sucediendo en los últimos tiempos alrededor de nuestra formación política me obliga a estarlo. El hecho de que nuestras candidaturas autonómicas-- tanto en Galicia como en el País Vasco-- estén compuestas en su mayor parte por personas que nunca estuvieron vinculadas a un partido político habla muy bien de la ciudadanía. El hecho de que no pase un día sin que alguien se incorpore a nuestra tarea de construir una alternativa a la política de frentes a la que nos llevan los unos y los otros, es una noticia estupenda; el hecho de que hayamos conseguido que un creciente número de ciudadanos haya descubierto la utilidad de votar lo que les guste por encima del cálculo de votar al menos malo de los que ya conocen, es una noticia trascendente para la democracia. Porque eso es regenerar la democracia: que los ciudadanos recuperen el control sobre la política; que reivindiquen y ejerzan su libre albedrío; que sean críticos, libres, altruistas, valientes.
Tenemos una hermosa tarea por delante; sí, será trabajoso y cansado. Habremos de multiplicarnos en las próximas semanas; y después también. Pero bien que merece la pena. Sólo por escuchar cada día a alguien decirnos que le hemos ayudado a recuperar la confianza en la política y en las instituciones democráticas, merece la pena cualquier esfuerzo que debamos hacer. Sólo por reconocer y apreciar el sacrificio que para nuestros candidatos representa aparcar su vida privada y ofrecerse a representar a los ciudadanos desde nuestras candidaturas, merece la pena. Sólo por acompañar a personas como Tomás Tueros; o Pilar Ruiz; o Estíbaliz Garmendia, merece la pena. Sólo por no defraudar a tantos jóvenes que se han incorporado a nuestras filas llenos de emoción y de ilusión, merece la pena.
Desde luego que iradia ilusión y levanta el ánimo hasta a un muerto.
ResponderEliminarUPyD somos la hostia