Todo el mundo sabe que democracia quiere decir gobierno del pueblo. También es conocido que la democracia es un invento de los antiguos griegos. Sin embargo, la democracia de la Grecia clásica no era una democracia de verdad. Las mujeres no podían votar, los hombres que no tenían la condición de ciudadanos tampoco, y además había esclavos.
El fundamento de la democracia es el voto: una persona un voto. Con el voto se elige gobierno y, en países avanzados, se deciden cuestiones importantes. Por ejemplo, los daneses, mediante referéndum, acordaron no entrar en el euro.
Pero para que una democracia sea autentica todos los votos deben valer lo mismo. Nadie comprendería que el voto de un ingeniero valiese más que el de un albañil. O el de un hombre más que el de una mujer.
Esto es lo que ocurre en nuestro país desde que se inicio la actual pseudodemocracia. El voto de los ciudadanos de algunas regiones vale mucho más que el de otras. Y esto es consecuencia de la injusta y antidemocrática ley Electoral. Como botón de muestra lo ocurrido en las últimas elecciones generales. Unión Progreso y Democracia con 1.143.225 votos obtuvo 5 escaños, mientras que Convergència y Unió con 1.015.691 votos obtuvo 16. Con estos resultados queda claro que el voto de un nacionalista vale tres veces más que el voto de un simpatizante de UPyD.
Es pues urgente, si queremos vivir en un país donde no haya ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, cambiar la ley Electoral. Es necesario para poder cumplir con la regla de oro de la Democracia: una persona, un voto. Es, en fin, imprescindible si aspiramos a una democracia autentica.